Eran aquéllos tiempos de la crisis en 1995, aunque yo vivo en México, y desde que tengo memoria, casualmente siempre ha habido crisis; yo tenía o estaba por cumplir 13 años y en la iglesia a la que asistía, había una cosa que se conoce como 'grupo de jóvenes' *, y cada año en el mes de julio, había un congreso de adolescentes en la ciudad de Guadalajara.
Para este congreso se lanzaba una convocatoria dirigida a todos los adolescentes pertenecientes a ciertas iglesias evangélicas a lo largo y ancho de México; pagabas tu inscripción y en julio salía un grupo de unos 10 ó 12 chicos para estarse jueves, viernes y sábado en Guadalajara escuchando pláticas y talleres acerca de Dios, Jesús, sexo, drogas, rock n' roll, rebeldía y las mas variadas tentaciones a las que se ve sujeto uno siendo la bomba de hormonas que se es a esa edad.
Luego les platicaré mas extensamente como transcurrían los días estando allá en Guadalajara y cómo es que estas eran mis ÚNICAS vacaciones durante el año (de 3 días y medio por cierto), lo que nos ocupa ahora es una anécdota que sucedió precisamente durante el regreso de uno de esos congresos.
Pues resulta y resalta que al terminar el congreso, veníamos unos 9 ó 10 de nosotros, tomando un autobús de regreso al rancho, el viaje se hacía mas o menos en 14 horas, dependiendo que tan despierto fuera el chofer. En aquéllos tiempos que no había iPods, las laptops costaban casi lo mismo que dar el enganche de un pequeño departamento, los celulares que había eran unos ladrillos enormes y pesados que cuando mucho servían para hacer llamadas, no había tampoco reproductores portátiles de DVD, ni DVD's. Básicamente ningún dispositivo electrónico que te permitiera matar el tiempo de una manera mas o menos independiente, y pues no nos quedó de otra que comprar una baraja. Si ya sé, suena un tanto contradictorio, adolescentes cristianos recién desempacados de un congreso cuyo único objetivo era fomentar la virtud y las buenas costumbres JUGANDO A LA BARAJA, pero pues adolescentes éramos, que se podía esperar.
El guía que llevábamos, era un joven de la misma iglesia, como de unos 25 años, que tenía un temperamento difícil y el sueño fácil así que ni cuenta se dio de la actividad viciosa en la que nos estábamos entreteniendo en el fondo del autobús que iba solo. Fue así que nos pasamos fácil unas 2 ó 3 horas jugando a las cartas mientras el camión se bamboleaba de un lado a otro al pasar por una carretera bastante irregular, posiblemente en el sur de Nayarit. Transcurridas las horas, a nosotros también nos entró el sueño, y nos fuimos a dormir a nuestros asientos. Si alguna vez han viajado en autobús por mas de 1 hora, se darán cuenta de que es muy pero muy incómodo el intentar dormir, pero pues no nos quedaba de otra.
Una chica a la que llamaremos 'Rubí', a pesar de tener cara de sueño, estaba bastante mas despierta de lo que aparentaba, y es que se preparaba a poner en marcha un plan que quizá había armado desde mucho antes de hacer el viaje. Resulta que la tal Rubí tenía una obsesión bastante fuerte por un chavo al que llamaremos 'Claudio'. Claudio, quien era la misma piel de judas, tenía su carisma y buena apariencia (y se sabía valer bastante bien de esas cualidades). En todo el tiempo que estuvimos en la iglesia y que mas o menos lo traté (y mas menos que más), nunca supe que estuviera soltero, siempre tenía novia, o tenía a alguien en la mira; no es por nada, pero yo le tenía envidia (y de la mala jejeje).
Lo malo para Rubí, era que para los estándares a los que estaba acostumbrado Claudio, ella no era lo que él buscaba exactamente, pues aunque tenía lo suyo, estaba mas cerca de ser gordita que de estar exhuberante, y además se le notaba a leguas que era bastante encimosa y demandante (tengo mis teorías del porqué pero ahorita no vienen al caso) y a los hombres no suele gustarnos eso; digamos que era de esas chicas que se les notaba que estaban deseosas de tener novio, o por lo menos de tener alguien que las pretendiera. Rubí estaba en la misma secundaria que yo y por lo mismo conocía su reputación de monógama serial; por otro lado Claudio podía ser un sinvergüenza y lo que quieran, pero cuidaba su reputación.
Avanzaba la noche y el chofer apagó las luces del autobús, momento perfecto en que Rubí le dijo a quien venía sentado al lado de Claudio
-Oye tú, Fulanito, si me das chance de sentarme aquí? Necesito platicar de algo con Claudio.
El Fulanito, mas dormido que despierto se cambió de lugar, dejándole el espacio libre.
Rumores fueron y rumores vinieron, pero la versión mas aceptada es que esta Rubí fue la que empezó. Parece que estaban platicando de la inmortalidad del cangrejo cuando de repente zaz! Cual serpiente que se abalanza sobre su presa, se le dejó ir con tremendos besos en la boca. Tiempo después diría este Claudio cuando medio platicó la historia:
-A nadie le dan pan que llore, además la situación se prestaba, las luces apagadas y todos roncando!
La cosa es que se besaron, se abrazaron, se fajaron, se desfajaron y se volvieron a fajar, todo en el reducido espacio de un par de asientos de clase económica. Ya después supimos que no por nada a Rubí le apodaban 'La Nadia Comaneci de los asientos de autobús'.
Pero nada es gratis en esta vida, y un intercambio de gérmenes y bacterias menos. Después de esa noche movida (por las curvas de la carretera eh!), Rubí probablemente había pensado que ya tenía a Claudio comiendo de la palma de su mano, y tómala! al día siguiente el muy cabrón ni siquiera se dignaba a mirarla, es mas, me consta que hasta le sacaba la vuelta. Recuerdo claramente que Rubí hizo circo y maroma (el teatro se lo hizo días después) con tal que Claudio le prestara un poco de atención pero no tuvo éxito. El autobús se descompuso en medio de la nada y estuvimos detenidos junto a la carretera por cerca de 4 horas, y aunque tuvimos mucho tiempo para platicar, contar chistes, cantar canciones y hasta 'orar', naaada, lo único que recibió Rubí de parte de Claudio fue una mirada glacial y tal vez mononucleosis.
Llegamos al rancho mas o menos con unas 6 horas de retraso, pues el autobús que nos recogió en la carretera se limitó a dejarnos en la central de autobuses en la ciudad de Culiacán y de ahí el guía se tuvo que mover y casi pelearse con los de la línea de transportes para conseguir que llegáramos hasta el rancho.
Ya en la versión extendida les cuento que días después se armó el escándalo, porque Rubí, al ver que solo había sido diversión de una noche, se sintió burlada, y pues que otra cosa le quedaba por hacer sino fingirse víctima?.
Fue a hablar con Ruth, la pastora de la iglesia; con Susan, la líder del grupo de jóvenes y hasta con la Sra. Antonella, mamá de Claudio; y les dijo que él se había aprovechado de ella. Que durante una (mágica para ella sin duda) noche, la había besado, acariciado, fajoneado y nomás le había faltado llegar a 'home'. Ella reconoció que estaba consciente de haber obrado mal pero que en el momento simplemente se dejó llevar, claro, de una manera bonita, dulce y romántica, ajena al torrente de lujuria que seguramente le corría por dentro a Claudio, pero que quedara claro que se sentía mal por ello y que ahora no sabía que hacer (pues comprar una prueba de embarazo princesitaaa, ni que hubiera sido la primera vez jejeje). Al final al tal Claudio solo le pusieron la regañiza de su vida. Le llegaron por el lado de '-Acaso no venías de un congreso donde te habían enseñado a hacer exactamente lo contrario?! Cómo se te ocurre! en que estabas pensando??!!-'.
La verdad es que nunca entendí que era lo que pretendía al delatarlo, pues lo único que consiguió fue darle a Claudio el estatus de leyenda entre toda la bola de chamacos tetos de la iglesia y quemarse ella al quedar en evidencia que era mas fácil que la tabla del 1. Obviamente, Claudio simplemente aborreció a Rubí por el resto del tiempo que la siguió viendo en la iglesia. La ignoraba si se le plantaba enfrente, si se le sentaba por un lado, si le hablaba, etc. La oía como quien oye llover, y en general, quedaba muy claro cuanto la detestaba, y cómo no? le había arruinado su reputación de haberse metido exclusivamente con chicas guapas (y era verdad, fuera de Rubí jamás lo vi con una fea).
En una ocasión que fuimos de paseo al río, Rubí hasta fingió estarse ahogando para ver si Claudio se metía a sacarla del agua, pero no, naaaada, él simplemente se alejó nadando alegremente en dirección contraria. Lo malo para ella fue que el montaje se le salió de control, pues el río era traicionero y después resultó que siempre sí se estaba ahogando, fue un alboroto porque NINGUNO de los que estaban cerca de la orilla sabía nadar, formaron una cadena humana y alguien la jaló de las greñas y así la sacaron del agua, eso sí, se le hizo ser el centro de atención por el resto de la tarde ;-)
Después de unos meses, Rubí dejó de ir a la iglesia y se nos desapareció del mapa. La siguiente vez que la volví a ver fue con una panza de 7 meses de embarazo, apenas había cumplido 17 años. En fin, los perros ladran, los gatos maúllan, los gallos cantan, los coyotes aúllan, los vendedores venden, los bailarines bailan, los leones forman clubes, los asesinos asesinan y las busconas buscan, que otra cosa se iba a esperar de esta chica tan necesitada de amor?.
Pasaron algunos años y creo que la volví a ver en la universidad, nos topamos de frente en al menos un par de ocasiones, y ambas veces volteó la cara o fingió no reconocerme, tampoco es que me importara mucho jejeje