lunes, 30 de marzo de 2009

Transportandose en Cabo

La primera desilusión que tuve de Los Cabos fue cuando me vi en la penosa necesidad de utilizar el transporte público.

Y es que en un lugar relativamente poblado, es increíble que haya tan mal servicio.

Yo lo noté en los primeros días que estuve trabajando, cuando se me hacía tarde y me dejaba el transporte del hotel.
Subirse al Suburcabos entre las 7 y las 9 de la mañana es prácticamente imposible. Los autobuses simplemente vienen LLENOS. Ahora si que ni subiendo por la puerta de atrás te puedes acomodar. A que se debe? Bueno, mi teoría muy personal es que casi todas las obras que se están construyendo quedan sobre la Transpeninsular, así que el Suburcabos es transporte ideal para los albañiles. Es un poco frustrante tener la necesidad imperiosa de llegar a trabajar a las 9 de la mañana en Cabo San Lucas o en cualquier hotel del corredor, no poderte subir al autobús y saber que apenas unos cuantos kilómetros mas adelante se quedará VACÍO. Lo peor es que ni siquiera pasan seguido, el promedio es según cada 20 minutos, pero me consta que se puede esperar hasta 40 minutos sin que pase ninguno.

Pero bueno, siendo justos, no sé que será peor, no poderse subir...o subirse!
Y parecerá increíble, pero aunque uno se suba a las 6:30 de la mañana, el camión apestará invariablemente a buffet de comida mexicana, vaya, a menudo blanco, a comida con muuuuucho comino, el típico olor a pacuso, o el infaltable olor de cebolla con ajo en cantidades generosas.

Yo no discrimino a la gente por su color, raza, nacionalidad, etc. Pero si siento total indisposición a tratar con gente que no se baña.
Yo estoy de acuerdo en que los señores albañiles huelan a sudor al final del día, o sease, entre 5 y 7 de la tarde (Prohibido subirse al camión a esas horas!!!), pero que a las 7 de la mañana ya huela el ambiente a puro sobaco agrio de 5 días, son ***ngaderas!

En fin, para moverse existen el SuburCabos y el InterBaja que van desde Santa Anita hasta los ignotos arrabales de Cabo San Lucas por la módica cantidad de 25 pesos, claro, no es necesario pagar esa cantidad, depende de donde te subas y donde te bajes, por lo cual las tarifas fluctuarán entre los 7 y los 25 pesos.




El Mexicoach, sigue prácticamente la misma ruta que el SuburCabos, solo varía en el hecho de que va del aeropuerto de San José a la pista aérea de Cabo San Lucas y viceversa, este cobra 30 pesos por el total de la ruta.Resulta particularmente útil cuando tienes que llegar al aeropuerto y ahorrarte la absurda cantidad de $350 pesos, que es lo mínimo que te va a cobrar un taxi. Ah, porque aquí los precios de los taxis son prohibitivos para los locales. Mas vale preguntar antes de subirse!
En cuanto a los colectivos y los urbanos, el servicio es mas regular, no se puede decir que sea de lo mejor, a veces te toca subirte a cada camión que te quedas convencido de que lo único que lo mantiene de una pieza son las polillas agarradas de la mano.

Tanto para los urbanos como los colectivos hay 4 rutas, esas si entran a las colonias y demás asentamientos irregulares, lo cual es un verdadero aliviane, ya que a veces subir de la carretera es muy pesado. En fin, este tipo de transporte solo es recomendable evitarlo entre las 7 y las 8 de la mañana, la 1 y las 2 de la tarde y las 7 y las 8 de la noche, es que es la hora en la que salen los chamacos de la escuela, y en estas latitudes, puede ser una experiencia realmente perturbadora!

**ADENDUM**

Hace tiempo que no utilizo con regularidad el transporte público, es la gran ventaja de haber adquirido un auto que si bien me ha dado mas problemas que satisfacciones, me ha ahorrado muchos calores y dolores de cabeza al no tener que esperar el autobús bajo el ardiente sol del infierno, digo, de Los Cabos.

En mis últimas excursiones que tuve por el rumbo del Aeropuerto, he notado que ya no circula el Mexicoach, en su lugar nos podemos encontrar ya sea al Interbaja o al Suburcabos estacionado a unos 100 metros de la salida principal del aeropuerto, con lo que ya no es necesario tener que hacer la caminata hasta la carretera transpeninsular. Lo mejor de todo esto es que el precio sigue siendo el mismo, no hay que pagar mas por subirse o por llegar hasta el Aeropuerto, muy conveniente si uno viene de vacaciones en plan austero y se quiere evitar tener que vérselas con la mafia de taxistas que le cobrarán 30 dólares por lo menos (siiiiiiiiiii son una mafia! junto con los choferes de transporte urbano, los de la CROC, los del PRD y los de Recursos Humanos de toooodos los hoteles de la zona).

No vermin in Cabo


Una de las cosas que quizá me sorprendió mas cuando llegué a Los Cabos, es que no vi cucarachas. Me parecía increíble entrar a la cocina de mis parientes a cualquier hora de la noche y nunca ver a ninguno de estos bichos repugnantes que tan mal me caen. Eventualmente me tocó ver alguna que otra mientras caminaba sobre la Transpeninsular a la altura del campo de golf del Mayan, pero no eran nada comparadas con las que veía en mi tierra.


Creo que el desengaño me llegó hasta casi un año después, cuando nos mudamos una casa que tenía una entusiasta colonia de cucarachas. Yo creo que de haberme fijado con mayor detenimiento el primer día que vimos esa casa, hubiera notado que hasta forma de condominio tenían las alacenas. Ni modo, eso pasa cuando uno no sabe decir que no. Supongo que es algo que heredé de mi papá. De entrada el lugar parecía la 'Casa del tío Chueco', los pisos todos disparejos, las puertas chuecas, el lugar parecía estar hecho literalmente 'con las patas', pero con esa ubicación y la relativa conveniencia de que estaba disponible de inmediato, no quise seguir peregrinando en busca de una casa y di el depósito.


No puedo decir que haya sido un horror desde el principio, con todo y que el simpático enjambre de abejas que había justo arriba del lavadero ya hubiera hecho de las suyas con uno de mis roomates. No, al principio hasta se puede decir que nos gustaba la casa, porque bien que mal, era una casa, hasta ese entonces habíamos vivido hacinados en un apartamento de una recámara.


El verdadero horror se hizo presente cuando nos entregaron un refrigerador y estufa nuevos de conocida tienda departamental que vende con facilidades. Fue cuestión de días para que las osadas y autodeterminadas cucarachas tomaran posesión de la cocina, no importaba que el refrigerador lo limpiáramos seguido con Ajax con Expel (que huele a menjurge para magia negra), no, estos bichos no parecían inmutarse ante la presencia humana, cínica y descaradamente desfilaban sobre la barra de la cocina. Vaya, ni siquiera el 'Repeltronic' que tan útil nos fue en un departamento anterior para ahuyentar hormigas, termitas, alacranes, tepocatas, alimañas y víboras prietas parecía tener efecto.


Que fue lo que hicimos? No mucho, volver a lavar trastes cada vez que los necesitabamos y eventualmente tirar todo lo que estuviera en la alacena que no viniera dentro de latas y/o empaques metalizados. Aaah, porque las cucarachas solo fueron el inicio, después comenzaron a salir ratas (del cajón donde mi compañero guardaba sus vitaminas del gym) y no menos importante, A L A C R A N E S.


Huelga decir que justo en cuanto se cumplió el plazo mínimo de la renta nos fuimos de ahí. Claro, ayudó mucho que uno de nuestros eventuales compañeros nos dejó chiflando en la loma y teníamos que pagar $1000 extra de renta al mes. Pero en fin, no me importó en lo mas mínimo el irme de ahí, con todo y que el Urbano pasaba a una cuadra de la casa, que teníamos internet e historias gratis gracias a un grupo de Alcohólicos Anónimos que sesionaba en el local de arriba y que el mercado municipal también nos quedaba a un tiro de piedra, nos fuimos, encontramos una casa que nos gustó mas, en un barrio mas nice y que nos cuesta $2000 menos al mes.


Lo mejor es que ahí si que no hay cucarachas, hormigas cuando mucho, y de las grandes. Las homigas me molestan menos, pero no me seduce la idea de tenerlas como inquilinas, en fin, ya veré que se me ocurre después y les cuento ;-)

viernes, 27 de marzo de 2009

Uno mas


Ya hasta perdí la cuenta de la cantidad de blogs que he empezado y abandonado.
Y no es que me falten cosas que contar, Dios sabe que ideas, historias y ocurrencias que me revolotean en la cabeza hay de sobra.

Siempre me consideré una persona que gustaba de platicar. Ya fuera volcando mis pensamientos en detallados emails llenos de faltas de ortografía (Aclaro que las faltas de ortografía eran porque A) Escribía en inglés y no es precisamente mi lengua materna y B) porque en aquél entonces tenía 16 años y consideraba cool el escribir cosas como 'I dunno' , 'U know', 'b4', etc.) que le enviaba a una ciber amiga australiana o bien, porque me pasaba horas en el teléfono los fines de semana que no iba a la escuela, al fin y al cabo lo que importaba era tener con quien hablar. En mi casa me tenían poca paciencia, y casi ningún interés en lo que sentía o pensaba, no es por presumir, pero cuando tus padres están a un paso de ser fanáticos religiosos, cualquier cosa que no estuviera relacionada directamente a las ordenanzas del Señor, era tenida en menosprecio como irrelevante y mundana.

Creo que fue por mi mismo temperamento a siempre estar hablando y preguntar todo que nunca estuve conforme mientras crecía en una comunidad medio religiosa y medio cerrada. Yo nunca podía mostrar una opinión diferente o una duda sincera sin exponerme a recibir calificativos como 'rebelde' (aunque en estos tiempos esa palabra está terriblemente venida a menos gracias a Televisa, Pedro Damián y los chicos de RBD) y/o 'malcriado'. No es por nada pero levantar la mano durante el sermón del domingo para exponer un desacuerdo con el predicador en turno hubiera sido equivalente a un boleto para un exorcismo gratis en la próxima cruzada evangélica en el estadio de béisbol.

Mi misma necesidad de no quedarme callado fue la que me impulsó a conseguir mi primer empleo como dependiente en un supermercado, fueron dos semanas de trabajar ahí y mandé al carajo la religión. No fue cosa fácil, si por mi madre fuera, me habría echado de casa. Por fortuna, para esos tiempos, mi papá era mucho mas razonable conmigo que lo que fue cuando yo tenía 13 años. Pudo respetar mi decisión de retirarme y desde entonces llevamos la mas saludable de las relaciones padre-hijo que conozco. Mi madre, bueeeno, ella sigue creyendo las mismas cosas que en 1993 y dudo que eso cambie. Pero bueno, estando lejos, las relaciones SI cambian y por fortuna hoy me llevo muy bien con ella también.

En cuanto a mi, sigo con la misma fascinación por hablar, escribir, grabar, tonterías si quieren, pero es una necesidad con la que ahora tienen que batallar mis compañeros de casa. Ni modo, ¡necesitan a alguien que pague la mitad de la renta!