sábado, 26 de octubre de 2013

La vez que fuimos a hacer el ridículo cantando el himno...

Hace ya como 20 años, yo estudiaba la primaria en un colegio de medio pelo. 

A pesar de que a 100 metros de mi casa había no una sino dos (DOS) escuelas primarias, mi mamá prefirió mandarme a un colegio que estaba en el centro. Nunca supe quién se lo recomendó ni como fue que yo y mi hermana terminamos allí, pero las razones que daba mi mamá era que en un colegio particular a los chamacos les prestaban mas atención, amén de que ellos como padres, podían exigir que hubiera buenos maestros y por lo tanto buenos resultados.

Aquí entre nos creo que lo que no le gustaba de las dos escuelas públicas que estaban, literalmente, a un tiro de piedra de la entrada de la casa, era que los maestros eran algo irresponsables; para empezar la salida era a las 12 del día, y en mi colegio salíamos a las 12:45, ni un minuto antes. Acá en estas escuelas no era inusual que si la maestra por ejemplo tenía que ir a hacer sus pedidos del 'Avon' antes de las 12 (porque si no, no le llegaba el producto que le habían encargado) pos se iba temprano y ya, al cabo que no había fijón, así que a las 11:30 los niños ya andaban correteando en la calle a esa hora. Esa y otras cosas fue lo que causó que mis padres hicieran el esfuerzo extra de pagar el colegio particular.

Como les dije al principio, el colegio era de medio pelo, es decir, no era uno de esos colegios nice con instalaciones de primer mundo y toda la cosa, no, era mas bien como para gente clasemediera, que si bien no era millonaria, se podía dar el lujo de pagarlo (aunque si había gente con lana que ponía a sus hijos ahí). Total, las clases eran constantes, los maestros bastante bien preparados, y al empezar ese año, nos salieron con la novedad de que una vez a la semana nos iban a dar clases de música o de danza un día a la semana.

A mí lo del baile nomás no se me da, menos los bailes típicos regionales, que era de lo que iba la clase principalmente, así que desde el principio me apunté en clases de música, no es que tuviera talento alguno para eso tampoco.

Las clases según eran los martes de 1 a 2 de la tarde. La primera semana el maestro nos dejó plantados, ni sus luces; lo raro fue que la siguiente semana tampoco llegó. Fue hasta la tercera semana que finalmente lo conocimos, era un cuate con finta de contador desnutrido, que de música y de dar clases no tenía NPI, háganse de cuenta que a mí me dieran trabajo de maestro de química nomás porque me acuerdo de algunos elementos de la tabla periódica, así de ese nivel eran las credenciales de ese amigo. Lo mas seguro es que le hubieran dado el trabajo porque era pariente del director, de otro modo no me explico cómo mantuvo el empleo a pesar de que solo se presentaba una vez al mes (y eso en un buen mes).

A nosotros no nos importaba gran cosa, era una hora extra que teníamos para jugar a la salida de la escuela. En las poquísimas veces que el maestro se presentó, le hizo al cuento de que nos iba a enseñar a tocar la flauta, pero la verdad, ni siquiera él sabía. Yo mas o menos aprendí a tocar algunas tonadillas simples porque mi hermana iba a clases por las tardes a ooootra escuela, aunque ella y sus amigas iban mas que nada por salirse de casa y echar relajo fuera de la escuela. 

Así transcurrió la mayor parte del año, hasta que mas o menos ahí por el mes de febrero, nos avisaron que iba a haber un concurso del himno nacional entre los colegios de la zona (la 090), que básicamente eran todos los colegios con mas de 30 años de antigüedad, así que nuestro colegio de medio pelo se iba a codear con otros colegios de medio pelo y algunos otros mas nice como el 'Sor Juana',  el 'Montferrant' y los fresitas 'del cerro' (en realidad se llama Centro Escolar del Noroeste, pero como estaba al pie del único cerro de la ciudad, así se les conocía).

Como por arte de magia, el maestro reapareció, y nos dimos a la tarea de aprendernos toooodo el himno nacional mexicano. Normalmente los lunes durante los honores a la bandera se canta una versión reducida del mismo, pero para el concurso nos lo teníamos que aprender TODO, y no estaba para nada corto ni exento de palabras que yo jamás había escuchado como 'pendones', 'blasones', 'inermes' u 'horrísonos'.

El otro problema era que ninguno de nosotros lo había escuchado cantado completo, así que nos lo aprendimos como Dios nos dio a entender, ya que como les comenté, el maestro era un completo inútil; les explico, algunas estrofas del himno traen unos versos que se repiten dos veces al final, por ejemplo:

Mas si osare un extraño enemiiiiigo
prooofanaaar con su plaaanta tu sueeeelo,
piensa oh patria, querida, que el cieeee-eelo
un soldado en cada hijo te dio - y aquí el redoble - Uuu-uun soooldaaado en cada hiiijo te dioooo-

Y como a nosotros nadie nos dijo nada, pos le agregamos una repetición a TODAS las estrofas en su verso final.

No fue sino hasta dos días antes del concurso que al inútil del maestro se le ocurrió conseguir un disco de esos de vinil con la versión oficial, y con horror descubrimos que nos lo habíamos aprendido mal. Ahora, traten de corregir algo que habíamos venido ensayando erróneamente durante mas de un mes en dos días, pues simplemente no se puede (a menos que vivas en Corea del Norte).

Nos hicieron ir en la tarde los dos días anteriores a ensayar y ensayar como dementes la versión corregida. No atinamos a cantarla sin errores ni una sola vez, siempre había algún despistado al que se le iba el rollo y cantaba el último verso dos veces.

No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo, pero modestia aparte, yo tenía el mejor promedio de la escuela en esos tiempos, así que en teoría me correspondía el 'privilegio' de dirigir el coro, e incluso vino el 'maestro' y me preguntó:

-M'hijo, cómo te sientes para dirigir?-
-No gracias, me siento mas seguro estando en el coro con mis compañeros - eufemismo para 'Ni madres cabrón, a ni no me vengas a embarrar con tu incompetencia para que luego me eches la culpa!'.

Finalmente el condenado concurso se llegó, fue un viernes 12 de marzo de 1993 en el auditorio de un colegio de otra ciudad que estaba a poco menos de una hora de camino.

No recuerdo en que orden nos tocó pasar, pero cuando nos tocó a nosotros, como era de esperarse, fue un desastre, pues por mas que habíamos ensayado las horas extras, varios nos equivocamos por la inercia que ya traíamos de repetir los últimos versos de cada estrofa.

Al final el jurado anunció los tres primeros lugares, y aunque nunca dijeron el orden en que habían quedado los demás, estoy seguro que quedamos en el décimo lugar (de 10 colegios participantes!).

Saliendo de allí, nos llevaron a dar la vuelta al río Sinaloa, que estaba relativamente cerca. Yo ya ubicaba el lugar porque cuando íbamos a visitar a mis abuelos en Angostura, siempre pasábamos por el puente que cruzaba ese río unos 10 metros encima, pero mi papá siempre iba a la carrera y nunca se había detenido para que llegáramos. 

Al parecer todas las mamás habían tenido la consideración de empacarles el almuerzo a sus hijitos para que no batallaran, bueno, mi mamá no, así que me quedé como el chinito 'nomas milando', porque no había ni un triste puesto ambulante donde comprar por lo menos unas papitas o un emparedado.

Mas o menos a las 3 de la tarde emprendimos el regreso, que ya estuvo mas animado. La verdad no nos importaba en lo mas mínimo haber quedado en el último lugar, total, nos habíamos divertido mucho. Incluso todavía en el regreso, pasamos por enfrente de un vivero, y nos detuvimos ahí y compramos unas plantas. Yo me acuerdo de haber comprado una 'petunia', que resultó ser una planta muy corriente y fina a la vez. Corriente porque costó 2 pesos, y fina porque requería demasiada atención, eso sí, daba unas flores muy coloridas la condenada.



El día no terminó tan mal, resultó que iba a ser cumpleaños de otro amiguito, y le hicieron fiesta, así que apenas llegando a casa, me cambié y nos fuimos. Ahí me desquité de que no había desayunado ni comido, habían hecho tacos a vapor, pastel, gelatina y comí como un cerdo ;-)

En cuanto al maestro de música, no lo volvimos a ver, supongo que después de haber hecho semejante ridículo, el director finalmente decidió prescindir de sus servicios, o como dirían mis huéspedes gringos: -They fired his sorry ass!-.


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