Creo que alguna vez escribí una entrada acerca de cuando estaba en un grupo de teatro infantil, allá por 1991, bueno, en realidad estuve en tres, uno que era los sábados, otro al que fui por un breve tiempo en las noches y todos los demás eran adultos y ooootro que era entre semana, pero hoy les platicaré del que era entre semana porque era (y por mucho) el mas extraño...
Todo comenzó porque yo iba los sábados a un taller de lectura infantil en el museo regional del rancho.
Un día apareció una cartulina en la entrada del museo en donde nos invitaban a ver una obra en el teatro del Seguro Social, era un domingo en la mañana así que mi papá nos llevó a mi hermana y a mi.
La obra se llamaba 'El Payaso Dudín y sus muñecos', en realidad el título estaba mas laborioso que la trama de la obra, que no tenía la menor complicación en su argumento, era como si el autor hubiera querido hacer algo mas digerible que una película de Disney a la 1:55 de la tarde y le urgiera salir a comer a las 2 en punto.
Trataba sobre un payaso pobretón en una especie de taller, donde había un montón de marionetas/muñecos (nosotros) tirados en el suelo, se quejaba de no tener amigos y que se aburría mucho. De la nada, escucha una voz que le dice -Amigo! Amigo!- y cuando pregunta quién era, Zaz! uno de los muñecos cobra vida y le saca plática y empiezan a jugar con unos muñecos de guiñol, igual cantan una ronda infantil y mágicamente otra de las muñecas en el suelo también cobra vida, y bueno, entre canción y canción los otros 'muñecos' se levantaban del suelo, cantaban como dementes, bailaban como estúpidos una serie de rondas infantiles antes de caer de vuelta al suelo cuando el libreto lo requería. Dudín terminaba quejándose nuevamente de que los niños ya no salían a jugar como antes, que se la pasaban viendo la 'caja mágica' (televisión) y que ya no jugaban esos 'juegos tan maravillosos de antes'. Menos mal que el pobre no podía haber previsto la invención de las tablets y la evolución de los teléfonos móviles porque sin duda se habría pegado un tiro ante el negro porvenir.
Al final de la obra los actores se presentaron de uno por uno en el escenario, y el director del grupo dijo que estaban por iniciar otro curso, y que harían convocatoria para aceptar nuevos integrantes.
Mi hermana se quiso apuntar en el grupo porque al parecer en su clase de 'Educación Artística' de la secundaria, la maestra les ponía puntos extra si se apuntaban en alguna actividad extraescolar relacionada con el tema, así que no solo mi hermana fue, también se apersonaron varias de sus amigas de la escuela.
El lugar estaba relativamente lejos, alláaaaaaaa mas lejos del centro, y era una instalación también del IMSS en dónde impartían cursos de cocina, de manualidades, de karate, de gimnasia artística, de corte y confección y creo que de cultura de belleza. El lugar al parecer era muy exclusivo porque no te dejaban entrar si no tenías tu credencial. Ahí nos tuvieron esperando hasta las 4 de la tarde cuando nos dejaron pasar y entramos a un saloncito que estaba pegado con una guardería, porque se escuchaba un escándalo detrás de unos libreros que habían puesto a mitad del lugar para dividirlo.
Creo que fueron dos días en que nos pusieron a hacer ejercicios dizque de dicción, de expresión corporal y demás, y según al tercer día nos iban a decir quién se había quedado y quién no (háganme el refrabrón cavor, ya ni en el Actor's Studio se la han de dar de tanto paquete).
Resultó que yo si pasé el casting y me quedé, a mi hermana y a sus amigas simplemente no les interesó regresar a pesar de que también se quedaron, así que de lunes a miércoles, yo solito me iba al taller de teatro, que en realidad era solo una excusa para salir de casa y sentirme independiente porque a mis 8 años ya no me daba miedo andar solo en el bus.
A las pocas semanas de estar ahí me dieron mi credencial, con tan mala suerte que justo el día que me la dieron, parece que el IMSS cambió su política de exclusividad y ya no la pedían para poder entrar, mala suerte, y yo que me las quería dar de importante jejeje
No tardé mucho en hacer amistad con los demás chamacos de ahí del taller, las 2 horas se me pasaban volando y en las veces que el maestro faltaba (que no era inusual), nos salíamos a hacer bromas desde los teléfonos públicos que estaban en la explanada que por alguna razón, tenían línea abierta. No servían para hacer llamadas de larga distancia, pero las llamadas locales parecían ser ilimitadas, así que nos la pasábamos de lo lindo importunando a la gente, que me sorprendía que cayeran con tanta facilidad en bromas ya muy gastadas. Por ejemplo, nos llevábamos el número de carnicerías, papelerías y hasta funerarias, y por ejemplo
-Hablo a la carnicería?
-Si
-Tiene patas de puerco?
-Si
-Pues láveselas!
O alguna otra como:
-Hablo a la papelería?
-Si, qué se le ofrece?
-Tiene chinches (tachuelas)?
-Si
-Ay pos que cochina!
A veces también llamábamos a alguna casa al azar, e igual:
-Si bueno?
-Disculpe, ahí lavan ropa?
-No
-Pues que puercos eh!- y colgábamos doblados de la risa.
Después también descubrimos que esos teléfonos eran una fuente casi inagotable de dinero, pues un día que le dimos un golpe sin querer, nos devolvió una moneda de 100 pesos. Ahora, 100 pesos de aquél entonces a lo mucho alcanzaban para comprar un chicle, pero que tal cuando después de estarle dando y dando y dando golpes te daba $1500? Uhhh nos sentíamos millonarios!
Así transcurrió todo con normalidad mas o menos hasta el mes de mayo (habíamos comenzado a ir en febrero), y fue entonces cuando nos dijo el maestro que iba a venir otro grupo similar al de nosotros de allá de Culiacán, se llamaban 'El Club de la Banana Vieja', y venían viernes, sábado y se regresaban el domingo. Nosotros a lo mucho éramos 12, pero los de aquél grupo fácil eran como 50.
El primer día que estuvieron ahí, tuvieron una presentación en el desaparecido Cinema 70 que hacía las veces de teatro cuando se ocupaba, creo que allí presentaron una mini obra que se llamaba 'La última ave del paraíso', ese día yo no fui, pero recuerdo que otra de las niñas del grupo mas pequeñas nos contó que después de la obra ya que se había vaciado el cine y que nomás quedaban los del grupo, algunas de las chicas mas grandes del grupo se pusieron a bailar y corretear sobre el escenario, con la diferencia de que salieron DESNUDAS, sí, así encueradas/bichis/a ráiz/en pelotas/como Dios las trajo al mundo.
El sábado fue cuando ya pude ir y resulta que iban a dar una función gratuita en la tarde, y pues ahí los pude conocer mejor. Resulta que todos absolutamente todos estaban entrenados como payasos, hasta los mas chicos; sabían hacer malabares, caminar de manos, hacer figuras con globos y se sabían unos chistes muy buenos además de actuar.
Dieron una función en donde presentaron algunos actos de malabarismo y de ejercicios gimnásticos, además de unos sketches comiquísimos con los que me reí hasta que me dolió el abdomen.
Al día siguiente que nos tocó a nosotros presentar la obra esta del payaso, ellos nos ayudaron con la caracterización y a montar la escenografía, cuando terminamos, todos ellos muy profesionales nos fueron a felicitar.
Lo que no me gustó de la visita de ese grupo, fue que el maestro de nosotros quiso adoptar algunas de sus costumbres, que hasta el día de hoy me siguen pareciendo muy controversiales.
Por ejemplo, los chamacos de ese grupo eran muy desinhibidos, y por desinhibidos me refiero a que lo que había visto mi compañerita en el cinema (que andaban encueradas y todo) no era casualidad, sistemáticamente los entrenaban para que no les diera vergüenza desnudarse, que porque 'en el teatro la vergüenza estorba'. También eran medio pesaditos para jugar, tenían esta dinámica llamada 'El cochi bichi', que consistía en que quien perdía un juego, tenía que bajarse los calzones y gatear entre las piernas de todos los demás puestos en fila que le daban de nalgadas mientras pasaba, en fin, gente loca con ideas mas locas.
Tiempo después nos tocó a nosotros ir a Culiacán a presentar la obra de teatro del payaso. Es la hora que me sigue sorprendiendo lo confianzudos que eran mis padres al dejarme ir así nomás como así, igual como íbamos muchos y solo era por un día no les dio mucho pendiente; creo que años después, la razón por la cual se pasaban de controladores conmigo fue para compensar esos viajes que hice!
Allá en Culiacán todo muy bien, como la presentación de la obra era hasta la tarde, nos llevaron al zoológico, al parque, y por alláaa a las quinientas nos llevaron al teatro del IMSS que estaba un poco mas amplio que el del rancho.
La verdad no me acuerdo de qué tanto público había, pero como no cobramos la entrada, a la mejor y eso nos ayudó. El regreso si fue un poco mas apresurado porque apenas si nos dio tiempo de quitarnos el disfraz antes de salir corriendo para la terminal de autobuses.
Llegamos al rancho por ahí de las 9 de la noche, nos bajamos antes de llegar a la central porque a esas horas ya no circulaba el bus y la caminata iba a estar mas larga. Por suerte varios vivíamos por el mismo rumbo, así que no hubo problema, llegué a mi casa sano y salvo.
Poco menos de dos semanas después ocurrió la tragedia cuando una de las chicas del grupo murió ahogada en el río (en junio). Se suponía que en septiembre volvíamos a empezar, pero la mayoría ya no regresaron, y pues la verdad en las dos veces que regresé, el ambiente ya se notaba muy raro y muy tenso, terminé diciéndole a mi mamá que ya no quería ir y me dijo que estaba bien.
No tengo ninguna fotografía de esos tiempos, no sé si alguno de los otros del grupo tenga, pero no volví a saber de ninguno de ellos; en fin, creo que difícilmente se me olvidarán esos tiempos en que me divertía como enano haciéndole al artista!