lunes, 28 de febrero de 2011

Imprudencias infantiles

Uno de mis problemas siempre fue era muy pero muy imprudente cuando niño...bueno, imprudente, sincero, metiche, y  con una muy sana costumbre de siempre tener una opinión para todo, aunque no me la preguntaran.

Recuerdos de haber metido la pata tengo muchos, muchíiiisimos, pero me viene a la mente uno en particular ahora que estuve escribiendo el post de la acosadora que me siguió hasta las clases de teatro.

Resulta, que mi hermana mayor, estaba en la secundaria en ese entonces, y llevaban la materia de 'Educación Artística' con la maestra Grrrr...uth, una mujer de un carácter algo volátil, pero que les daba puntos extra si estaban apuntadas en alguna actividad extra escolar que tuviera que ver con la materia, ya fuera teatro, danza, música, pintura, etc. Dado que el taller de teatro no era tan demandante (sábados de 3 a 5), algunas compañeras de mi hermana se apuntaron a la clase también. Entre ellas, estaba una que llamaremos no sé, Federica.

Federica tenía la particularidad de ser muy morena, tener el pelo muy rebelde y tener una boca grande y labios muy gruesos, no necesariamente jugosos y apetitosos, simplemente muy grandes, iba al taller junto con su prima la Rosy de quien yo estaba enamorado a mis 8 años, pero bueno, esa es otra historia.

Un día ella y mi hermana tuvieron sus diferencias en la escuela, y pues obvio, salieron de pleito. No recuerdo porqué habrá sido el problema (cosa rara que se me haya olvidado), pero mi hermana llegó echando pestes de la tal Federica, y recuerdo muy en particular que dijo la frase 

-Méndiga odiosa! Greñuda! Trompuda! Parece que duerme con la boca en el enchufe!!!

Aaah, no fuera yo escuchando esas últimas palabras porque me doblé de la risa y le festejé el insulto hasta que me cansé. Eso si, mi hermana no contaba con que yo lo seguí encontrando divertido por el resto de la semana.

Y pues llegó el sábado, y ya nos vamos al museo al taller de teatro. Recuerdo que cuando llegué, hasta me puse a un lado de la puerta del salón, y apenas entró Federica, la recibo con un :

-Que ondas trompuda! Duermes con la boca en el enchufe?



Mi pobre hermana, se le caía la cara de vergüenza, obvio, que cuando regresamos a la casa, me acusó con mi mamá y ya se imaginarán como me fue. Con todo, me di por bien servido con las carcajadas de mis amiguitos cuando me oyeron :-P

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