Yo definitivamente soy una persona que está contenta con su vida. Me gusta la estabilidad de mi trabajo, estar ya desde hace 3 años en la misma casa y saber que los días 15 tengo que pagar la renta, descansar un día fijo a la semana y sobre todo, hacer actividades que no requieran que deje el suelo.
Pues bien, resulta que este pasado domingo 29 de mayo, uno de los roomies que al parecer tiene un poco mas de sangre aventurera nos estaba invitando a salir a hacer algunas actividades mas propias para turistas que para residentes. Lo que se le antojaba era rentar unos kayaks e irnos a dar la vuelta allá por lo que es el Arco de Cabo San Lucas y una playa con el nada cursi nombre de 'playa del amor', lugares a los que normalmente no se puede llegar en auto ni a pie. Bueno, como ese día yo salía temprano, me dejé convencer y ahí les voy.
Llegamos a la playa y rentamos un kayak para dos personas y otro individual. Me tocó irme junto con otro de mis roomates, precisamente el que tampoco tenía experiencia, pero pues ya estábamos ahí y no se trataba de echarse para atrás.
Para esas horas yo ya había visto que el mar estaba medio picado, pues estaba haciendo algo de viento. El tipo que nos rentó los kayaks nos advirtió que no nos fuéramos a ir por en medio de la bahía, pues el viento nos podía arrastrar y entonces si nos las íbamos a ver negras para regresar. Nos recomendó irnos bordeando la orilla y que si veíamos que de plano no podíamos, que alzáramos la mano y le gritáramos a alguno de los botes, que tampoco se trataba de hacerle al héroe. Para ese entonces, yo llevaba mi teléfono y mi camarita, pues quería tomarme algunas fotos ya estando en la playa del cursi nombre. Me tomé la precaución de echarlos en una bolsita y aparte acomodarlos en lo que se supone era la parte mas impermeable de mi mochila.
Apenas estábamos a unos 50 metros de la orilla y me dí la arrepentida de mi vida, el maldito kayak se bamboleaba horriblemente y yo a cada rato sentía las tripas en la garganta, mas cuando venía una ola mas o menos fuertecita y ya se me hacía que se iba a voltear esa cosa. Para colmo, mi otro compañero con el que iba en el kayak y yo, no nos poníamos de acuerdo para remar, lo cual ocasionaba que avanzáramos muy lento o bien, que perdiéramos el rumbo a cada rato.
Después de un tramo de no mas de 800 metros (que a mi se me hicieron ETERNOS) llegamos a la esta playa del amor, obvio, con la nula experiencia que teníamos con el kayak, la ola nos arrojó contra la orilla y al agua fuimos a dar, mi mochila incluída. A pesar de que me puse de pie lo mas rápido que pude, no pude evitar que mi mochila se mojara por completo, y hasta ahí llegaron mi cámara y mi teléfono, que si bien no se remojaron completamente, si se humedecieron, y bueno, a pesar de haberle quitado la batería inmediatamente, ayer que lo llevé a Telcel a checar, no se pudo hacer nada. El condenado teléfono enciende, pero el touchscreen no responde. Chale, lo peor es que no tenía ni el mes con ese teléfono.
Ah y no les terminé de contar, mi roomie que nos alborotó, ni siquiera se inmutó de vernos que nos pegó una revolcada la ola y que nos golpeamos con el kayak, se siguió de largo tan orondo el HDLCH, regresó por allá unos 40 minutos después tras haberse ido a tomar fotos a una formación rocosa que se le conoce como 'el Arco'.
Yo me negué rotundamente a regresar en el maldito kayak, agarré mis cosas y me di la vuelta por otro lado, trepando unas rocas y esquivando otras olas en una playa mas lejana y salí caminando por la playa de otro hotel, que también para mi mala fortuna, no tenía salida hacia la calle. Tuve que meterme por un terreno baldío y meterme por debajo de una cerca de malla ciclónica para poder salir a la calle donde tomé el bus que me llevó hacia el oooootro lado de la playa donde le dije al amigo que nos rentó los kayaks que mandara una lancha por mis roomies ya que la marea estaba muy fuerte y no se iban a poder regresar así.
Resumiendo, un teléfono descompuesto, una cámara echada a perder, un iPod que no se apaga y un golpazo en la espinilla. Creo que no volveré a subirme en un kayak pronto. Con la aterradora experiencia que viví (no es para tanto, yo soy miedoso jajajaja) no me quedaron muchas ganas de volverlo a intentar.