miércoles, 15 de mayo de 2013

El Día de las madres

En México nada es mas sagrado que la madre, de hecho es tan pero tan sagrada que no hay insulto peor que decirle a alguien '¡Chinga tu madre!', desconozco si en otros lados exista un insulto similar, pero vendría a ser como el equivalente del conocidísimo 'Fuck you!'.

Tan respetada y adorada como es en nuestra cultura la madre, no podía faltar un día dedicado a ellas en el calendario. Aquí en México se festeja el 10 de mayo, es una fecha fija y no cambia, en otros países creo es el segundo domingo de mayo, pero no, aquí es inamovible desde 1922 creo.

Lo mas normal es que ese día a la mamá le hagan un festejo en casa, con comida de fiesta, pastel, y por supuesto, regalos. Por lo general el festejo se hace en casa de las abuelas y ahí es donde se junta toda la parentela, con hijos, nietos y (cada vez mas seguido) bisnietos. Todo mundo anda en las visitas, por lo que es raro aquél que se le ocurre ir a la escuela, y todavía mas raro el maestro que se presenta a dar clases. No es un día feriado oficial, pero hagan de cuenta que lo fuera.

El primer 10 de Mayo que yo recuerdo, es del del año de 1989, en esa ocasión mi mamá en vez de alistarme para la escuela, alistó una pequeña maleta y en vez de llevarme a la escuela, llegamos a la terminal de autobuses, de ahí nos subimos a un 'camionzote' y ahí te vamos con rumbo a Guamúchil (tierra natal del ídolo Pedro Infante por cierto), ya de ahí caminamos un par de cuadras mas hasta que llegamos a otra mini terminal donde tomamos un camión suburbano que iba 'hasta la madre' de gente donde el chofer traía a todo volumen 'El último beso' (porqué se fueee y porquéee murioóoo, porqué el Señor, me la quitóoo) en voz de una entonces casi desconocida Gloria Trevi. Nos bajamos como una hora después ahí en la entrada del ejido donde vive mi abuela, y empezamos a caminar con rumbo a su casa, el bus pasaba solamente sobre la carretera y la casa de mi abuela quedaba mas o menos retirada.

El rancho aparece en Google Maps!!!


Yo iba bien contento, primero porque no iba a ir a la escuela, segunda porque me emocionaba mucho ver a mi abuela (por alguna razón las abuelas parecen quererlo a uno mucho sobre todo si vive lejos) y tercera, porque me la iba a pasar juegue y juegue con mis primos del rancho.

Aquéllos tiempos sencillos en que lo único que se ocupaba para jugar era estar con los pies en el suelo, yo era feliz de tener muchos lugares a donde correr, donde esconderme, montones de árboles a los cuales trepar y de donde cortar: naranjas, ciruelas, toronjas/pomelos, mangos, tamarindos, naranjitas, granadas, higos y guayabas; cualquier rastro de estreñimiento que trajera al llegar al rancho habría desaparecido para cuando nos fuéramos. Eso si, recuerdo que había muchos bobitos, esos insectitos que andan volando y que les encanta acercarse a los ojos, a veces se me ponían tan rojos que mi mamá terminaba untándome hasta terramicina.

En la casa de mi abuela se armaba un ambientazo de fiesta, aquí en este país y sobre todo en mi natal Sinaloa, cualquier pretexto es bueno para pistear (beber alcohol), y no faltaba quien empezara a brindar por la salud de sus mamacitas desde el 9 de mayo por la noche, y mis tíos por supuesto, no iban a ser la excepción.

El mero 10 de mayo era una revolución en el pueblo, música a todo volumen con 'las mañanitas', y los hijos ausentes regresando con todo y familia para felicitar a la abuela. Era un gentío entrando y saliendo de la casa desde temprano en la mañana hasta la noche; mi abuela había tenido 9 hijos (aunque mi santa tía Maricela ya no estaba) que habían salido muy buenos para procrear, a eso agréguenle otros 4 o 5 hijos adoptivos que había criado, pues era una celebración en grande.

La escuela del rancho hacía un festival donde había bailables, sketches y en esa ocasión hasta una función de teatro guiñol, la entrada era libre, aunque por lo general solo iban las mamás y los niños, los señores preferían quedarse en casa bebiendo cerveza como si lo fueran a prohibir.

En esa ocasión creo que hasta mi mamá salió ganona en la rifa de la escuela, por ahí en mi casa debe andar una foto de ella recibiendo unas servilletas de cocina envueltas en celofán amarillo, y hasta eso que duraron varios años en la casa.

Al día siguiente, 11 de mayo emprendimos el regreso, en un bus igual de abarrotado de gente que veníamos. Llegando a casa mi mamá vio con horror que mi hermana había re-acomodado los muebles de la sala y hecho un movedero de cosas que tuvo que poner en orden antes de sentarse a descansar.

Al día siguiente resultó que allá en el rancho me habían contagiado de paperas y no fui a la escuela en una semana ;-)

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