sábado, 20 de abril de 2013

Cuando te toca te toca

Hace tiempo que le dejé de temer a la muerte. No tengo hijos que mantener (que yo sepa) ni responsabilidades mas que con mis padres y en realidad esa es mi única preocupación referente a la muerte, ¿quién se hará cargo de ellos cuando sean mayores? pero de ahí a lo que pueda pasar conmigo y con mi alma/espíritu/energía/etc, pues no, la verdad que no. 

Viví durante muchos años de mi vida temiéndole al fuego del infierno, o mas específicamente al 'Lago de fuego que arde con azufre', pero la verdad desde que me alejé de la religión en la que crecí y me dejé de telarañas mentales y de vivir con reglas y supersticiones de hace 2 mil y cacho de años que simplemente ya no corresponden a la realidad actual, vivo mejor. 

Tengo mayor paz interior ahora que soy ateo/agnóstico/loquesea y me hago responsable de mis actos y las consecuencias de los mismos, que antes que iba regularmente a la iglesia, leía la biblia y oraba para evitar que el Diablo/Enemigo me corrompiera.

En fin, el caso es que la muerte es la cosa mas certera y absoluta que puede haber en esta vida, es pareja con todos. Ricos, pobres, clasemedieros, justos y pecadores; todos eventualmente moriremos y pues no hay nada que podamos hacer para evitarlo, tal vez retrasarlo, pero a veces ni así, cuando te toca te toca.

Esto me quedó muy claro hace varios años, en una ocasión que el Coconut, el gato de la casa, atrapó a un pajarito y lo traía entre los dientes, saboréandose por adelantado el festín que se iba a dar. Yo venía de las tortillas o de algún otro mandado y lo vi. Rápidamente se lo quité antes de que lo matara y al gato lo dejé afuera en la calle. El Coconut no se quedó muy contento, lo podía oír chillar y maullar afuera, BIEN ENCABRONADO porque yo le había quitado su desayuno.



Al pobre pajarito ahí como pude le limpié las heridas y lo cuidé  hasta que empezó a mostrar signos de mejoría. Ya después de unos días el pajarito se puso mas vivaracho, ya andaba por la casa, comía, pero no volaba. Lo tuve mas o menos como una semana, ya mi mamá se empezaba a molestar porque el avechucho se cagaba donde le daba la gana y yo le decía:

-Ay Amá, cómo es de mala! el animalito no sabe!-
-Pues si, no sabe, pero que casualidad que nomás le gusta cagarse en la ropa limpia!-

Pasaron unos días mas y el pajarito ya empezaba a querer volar, primero tramos cortos de unos dos o tres pasos, y ya después empezó a agarrar fuerzas y volaba unos cuantos metros dentro de la casa.

Un buen día finalmente lo saqué al frente de la casa a ver si por fin levantaba el vuelo. También estaba al pendiente por si al Coconut se le ocurría hacer acto de presencia, pero pues después de un rato y de ver que el avechucho nomás no despegaba, lo volví a meter a la casa y cerré la puerta mosquitero del frente.

Al poco rato que me mandó mi mamá a la tienda, vi un reguero de plumas y dos patitas tiradas ahí afuera de la casa. Al principio descarté que fuera el pajarito que había estado cuidando, porque recordaba haber cerrado la puerta y el Coconut no se había metido a la casa, pero después de estarlo busque y busque por todos lados y que no aparecía, pues no hubo mas que aceptar lo que sonaba mas lógico. La puerta mosquitero de la casa, no cerraba herméticamente, siempre quedaba una hendidura por abajo de la puerta, a la mejor no suficientemente grande para que el Coconut se metiera, pero si lo suficiente para que el condenado avechucho saliera a reencontrarse con la muerte en las fauces del minino! 



Ya al asomarme bien, me encontré al Coconut detrás de una maceta tomando el fresco, y relamiéndose los bigotes el hijo de la chingada. Tanto estar cuidando al avechucho aquél para que lo único que consiguiera fuera engordarlo y que el pinche gato finalmente se lo comiera! Por lo menos le amargué la comida, le tocó una patada bien dada para que no volviera en el resto del día.

Mientras tanto La Muerte seguramente observaba desde arriba de un árbol, cagándose de la risa.

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