domingo, 2 de enero de 2011

Boone's lo cura todo.


Yo nunca he sido un buen bebedor. No sé si es por mis años de represión/educación religiosa, o porque jamás vi un mal ejemplo por parte de mis padres en cuanto a bebida se refiere o porque simplemente el alcohol se me hace muy amargo en cualquiera de sus presentaciones. Desde siempre he sido abstemio, o bueno, no, porque los abstemios no beben en lo absoluto, y yo si me he echado una cerveza alguna vez o en este caso...una botella de Boone's.




Eran unos tormentosos días de diciembre y una amiga mía tenía el corazón roto, así, roto, hecho mil pequeños pedacitos, y si alguna vez han escuchado de Humpty Dumpty sabrán que algunas cosas no se pueden volver a pegar así como así. 


Sucedió que un chico por el cual ella había estado suspirando durante AÑOS en silencio, recién se había emparejado con otra chica de la escuela y por eso, ella estaba inconsolable esa noche. Para colmo era nochevieja y por lo menos los que estábamos en esa casa nos sentíamos un poco solos, y eso que éramos como 6. Sin embargo, aunque todos estábamos ahí, teníamos una parte de nuestro pensamiento en otro lado.

Esa vez platicamos, cenamos, bailamos al ritmo de una música ajena que se escuchaba a una cuadra de distancia y llegadas las 12 nos dimos todos un abrazo de año nuevo. Mi amiga siguió tan inconsolable como cuando llegó, pero eso no impidió que sacara una maleta y se fuera a darle la vuelta a la cuadra. Regresó a los 5 minutos, tan inconsolable como cuando había salido, pero con su fe en los rituales de año nuevo todavía intacta. 


Después comenzó a caer la brisa y el clima se puso mas frío, así que decidimos que ya era tiempo de entras a la casa. Ya una vez resguardados del frío, ella siguió con su pena, y llegué yo con una botella de Boone's que había escondido de las sedientas gargantas de los otros comensales, y le dije


 -Mira morra, estamos tristes los dos, pero es año nuevo y hay que olvidarnos de nuestra tristeza, al fin y al cabo no parece que ni tu situación ni la mía vayan a cambiar en un futuro cercano, y cómo dijo Juan Gabriel  -¿Pero qué necesidad?!-.

Así que una dos vasos y una botella después, el motivo por el cual estábamos tristones seguía en pie, pero nos importaba cada vez menos. No nos llegamos a emborrachar, pero el suave contenido alcohólico de una botella comprada de último minuto en el Oxxo hizo lo que muchas sesiones de terapia no hubieran podido hacer, nos sacó una sonrisa.

Ah bendito Boone's, creo que saliendo del trabajo iré a comprar uno...



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