domingo, 2 de enero de 2011

¿A qué te sabe la muerte?




La muerte en sí no tengo idea a que sepa, porque no he estado del otro lado y regresado, la única vez que estuve a punto de morir por ahí de los 9 años, la situación me supo a pan integral con guacamole, quizá fue porque era precisamente eso lo que traía atorado en el cogote y que me estaba asfixiando, pero esa es otra historia.

Lo que sí me sucede, es que hay un cierto sabor que asocio con los velorios o funerales, y es el saborizante a fresa que le ponen a los dulces rojos, chicles y según descubrí esta mañana, a la malteada Hershey's de fresa.
Es increíble que una cajita de jugo de 11x5 cms me haya regresado de una certera patada a 1986. Mas en específico a Marzo de 1986 al funeral de mi santa tía Mary.

No recuerdo exactamente como estuvo todo el asunto, solo se que mi tía tenía entonces 19 años y tenía algún tiempo internada en el IMSS de Guadalajara, creo que incluso en alguna ocasión los fuimos a visitar en navidad (1985 seguramente). En fin, el caso es que, unos días antes, mi mamá me llevó con ella al pueblo donde viven todavía mis abuelos.

Teniendo 3 años, era imposible que me diera cuenta de lo que acontecía con los grandes, pues yo en cuanto llegué me dediqué a jugar como siempre con mi primo durante todo el día, a lo que fuera, porque ahí en el pueblo, lo que sobraba era espacio para correr y chirotear.



No se cuantos días después, llegan mi Papá y mi hermana, que por entonces debía tener unos 8 años. Cosa rara porque creo que era entre semana y se supone que mi papá trabajaba. Sin duda que mi mamá se olió algo raro, para empezar, ¿que andaba haciendo mi papá a esas horas y fuera del trabajo?, segundo, ¿Porqué mi hermana traía el pelo tan corto? (Según supe, mi papá estuvo batallando a la hora de peinarla para mandarla a la escuela, así que para ahorrarse molestias posteriores, la llevó a una estética y le cortaron el pelo como niño, así no iba a batallar).


Recuerdo que mi mamá se quedó viendo como se bajaban del carro y se acerca mi hermana, y con una jovialidad un tanto inadecuada le suelta a bocajarro.
-Mami!, habló mi Tata (abuelo), que la Mari se murió! (Como si estuviera diciendo -Mira Mami, aquél peluche es rosa!), dicho esto, siguió su camino como si nada hubiera pasado y se fue a buscar a mis primas para jugar con ellas.
No recuerdo que aconteció inmediatamente, pero si recuerdo que poco después mi mamá fue y se acostó a llorar en una cama tenebrosa que tenía mi Nana(abuela).

Recuerdo que no entendía porque mi mamá estaba llorando, así que me limité a quedarme ahí, observando lo increíblemente tétrica que estaba la cama en realidad.

Era de un metal pesado, y en la cabecera tenía una especie de marco giratorio donde había una imagen de la virgen de San Juan de los Lagos (o cualquier otra, para mi son como los chinos o las gallinas, todas se parecen), girabas el marco y podías poner la foto de alguna otra persona. La cabecera tenía una lámpara incluida, con lo cual se podía leer en la noche, claro, nomás llovía y la cama daba toques (descargas eléctricas). Además al pie de la misma tenía una especie de baúl adosado, para guardar ropa o cobijas, no solo era una cama muy fea, también era práctica.

Si hoy en día me lanzara de excursión por cualquier mueblería, dudo mucho que pudiera encontrar algo mas kitsch que esa cama, que sin duda todavía debe existir en casa de mi Nana.

Volviendo al punto, mi mamá de tanto llorar se quedó dormida, así que yo me fui nuevamente a jugar.
Cuando regresé en la tarde, ya se había juntado un buen de gente en la casa y un grupo de señoras se estaban dedicando a poner una tela blanca sobre unos ladrillos que habían apilado en forma de escalera, después supe que era para poner veladoras. Y ya se imaginarán como es un novenario en el típico entorno rural mexicano, parecía que todas las señoras del ejido estaban ahi acomodadas en la sala de mi Nana.

Para ese entonces yo había dejado de ver a mi tía hacía un año seguramente, y ya ven que los niños pronto olvidan a la gente si no la ven seguido, y al día siguiente que la trajeron, al verla dentro de esa caja (color verde pastel), la verdad no se me hacía conocida, parecía una muchacha joven que estaba durmiendo una siesta y que en cualquier momento despertaría. 


Autodeterminado como yo soy, me subía a una silla y le gritaba:
-haaaaa!!!- a ver si se despertaba, pero pues no, luego luego uno de mis tíos va por mí, me baja de la silla y me dice
-Shhh! no le grites o la vas a despertar!
Para tranquilizarme, o para tenerme entretenido, me dieron una paleta roja, creo que de fresa, ya saben, de esas paletas 'Vero' o 'De la Rosa' que venden en cualquier tiendita.

JAMAS he podido olvidar el sabor de esa paleta. 


Tiempo después lo descubrí en los chicles Trident sabor 'Fresa Salvaje', y recuerdo que cada vez que compraba uno les decía a mis compañeros:

-Hummmm, este chicle sabe a velorio.
-Como diablos un chicle va a saber a velorio?
-No sé, pero me sabe a puritito velorio.

Tenía tiempo sin acordarme de esa historia, ¿Que cómo terminó? Creo que en un panteón en el campo pesquero de La Reforma, Angostura, mi papá para obviarnos toda esa romería, nos llevó a comer tortas en lo que pasaba todo lo de la misa y el cortejo fúnebre. Al final llegamos al panteón únicamente para ver lo del entierro. Y bueno, yo con 3 años no entendía prácticamente nada de lo que estaba sucediendo, igual me entretuve con mis primos corriendo y jugando a las escondidas, y eso si, muy acomedidos todos, trayendo velas y flores de otras tumbas y con el consabido regaño de 
-Deja ahi chamaco malcriado!-

En fin, ahí arriba pueden ver la foto de la malteada de fresa que me provocó toda esta verborrea, ahí si se la encuentran en el super y les da curiosidad saber a que me sabe a mí un velorio, bueno, ya se enterarán.
Y tu? que sabor le encuentras a la muerte?

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