domingo, 13 de enero de 2013

Los pantalones Bronco

Quién no ha tenido alguna prenda que detesta pero que igual hay que usarla porque no hay mas?

A mi me pasó con unos pantalones o jeans de mezclilla, a los 12 años y los aborrecía con toda mi alma.

El calvario empezó una vez que de plano me negué a ir a mi escuela de inglés porque siempre llevaba los mismos pantalones, era cierto, solo tenía dos pares de pantalones, unos azules feos y otros gris pardo igual de feos. Creo que fue una de las pocas veces que mi mamá me dio la razón y al día siguiente me llevó de shopping, aunque en ese entonces no andábamos muy bien de dinero así que tampoco llegamos muy lejos, apenas a a un supermercado cerca de la casa.

Quiso el destino darme un cuerpo muy extraño, en el cual los pantalones talla 34 me quedaban como de torero y los 36 me quedaban anchos y volados, como de pandillero. Mis padres detestaban hasta la médula los looks de vago/cholo/pandillero, para ellos eso era como la antesala del reformatorio, pero en vista de que los talla 34 me hacían ver como sobrino de Juan Gabriel, prefirieron los otros que me venían anchos, eso si, tenía que andar 'fajadito' como niño bueno. 

Fue así como llegaron a mi vida esos pantalones de mezclilla color verde botella y otro café, eran los 90's así que esos colores se puede decir que eran algo 'normal', aunque para mi gusto siempre fueron abominables.

Una de las muchas cosas que estaban mal con esos pantalones era que casi no traían presillas, a lo mucho 4 y en la parte de atrás una etiqueta horrenda que decía con letras gigantes 'BRONCO', además de un bordado de un caballo salvaje en el bolsillo trasero que era una vil copia del logo de los 'Broncos' de Denver, en pocas palabras esos pantalones estaban nefastos, lo peor es que como me venían grandes, era cuestión de que me sentara y el cinturón se me desacomodaba y los pantalones se enrollaban hacia adentro, mis padres por mas que les insistía, no me dejaban andar desfajado ni aún mostrándoles en vivo y en directo el problema, cada día los odiaba un poquito mas (a los pantalones eh!).

Les juro que llegué a pasar tardes enteras tratando de encontrar un modo de que se me rompieran sin hacerlo ver muy obvio para que no me castigaran, pero la vida parecía empecinada en hacerme sufrir, los condenados pantalones salieron de muy buena calidad, y a pesar de que los usaba un día sí y otro también, jamás mostraron signos de desgaste. Fue hasta casi 2 años después que me volvieron a comprar pantalones, para una boda, y por fin sentí como me hizo justicia la revolución, pues por fin mi papá se apiadó de mí y me dio para comprar los pantalones que estaban 'IN', unos marca Guess, los del triangulito. Si ya sé, ir de jeans a una boda es de mal gusto, pero la verdad es que en el pueblo donde yo crecí la gente no se fijaba en esas cosas, ir de jeans, botas, sombrero y camisa casual con los 3 botones de arriba desabrochados era algo completamente aceptable, así que unos jeans negros no iban a desentonar del todo.

Uhhhh no, decir que estaba lurio (volado, soñado) era poco, yo estaba que me volvía loquito porque por fin me iba a poder deshacer de esos malditos pantalones 'Bronco', pero no me duró mucho el gusto, mi mamá me salió con que habían costado muy caros como para andarlos usando todos los días, de modo que solo los usaba para ir a la iglesia los domingos o a alguna de las hiper sosas 'reuniones de jóvenes' que hacían en el templo. Con todo, era feliz de simplemente tener una alternativa a esos malditos pantalones que me habían acarreado cualquier cantidad de burlas y miradas. Todo hubiera sido mas sencillo si hubiera podido andar con mi camiseta desfajada para ocultar que los pantalones se me enrollaban hacia adentro, o la etiqueta horrenda que me hacía sentir como judío con la estrella amarilla cosida al abrigo, peeeeeero como les he comentado antes, mi mamá en esos tiempos tenía unas ideas muy raras, no se si sería por la menopausia, pero se le metía una idea en la cabeza y no había manera de hacerla entrar en razón, se empezaba a imaginar toda una telenovela con protagonista, antagonista, guión y hasta soundtrack, pero bueno, de eso les contaré luego, que de ahí hay muchísima tela de donde cortar jejeje

En fin que tuve que quedarme con esos pantalones por un tiempo mas, por lo menos hasta que cumplí 15 años, una edad trascendental en México, en la que a las chicas les hacen una fiesta donde se tira la casa por la ventana, con  y a los varones les dan dinero, un viaje o un auto, yo lo que pedí fueron PANTALONES jajajaja, y pues no hubo modo de que mis padres se negaran :-P

Y tu tenías algún trapito que odiaras? jajajaja



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