miércoles, 14 de septiembre de 2011

La casa antigua y el duende LGTB

Llegamos a Chihuahua al caer la noche y nuevamente nos quedamos con mi tío Charlie, pero resultó que el primo Elías no estaba, casualmente se había ido ese fin de semana a Los Ángeles, California, a visitar a unos parientes que andaban rodando por allá. Mi papá decidió quedarse unos días a esperarlo, total, al ser su propio jefe se podía dar el lujo de cerrar su taller por el tiempo que considerara necesario.

La casa donde nos estábamos quedando era de esas típicas de centro histórico y tenía sus puntos interesantes. Tenía fachada colonial y una terraza grandota, techos altos con molduras y esas excentricidades que le gustaban a la gente de antes. La casa, a pesar de que desde la calle no se veía particularmente grande, tenía muchas habitaciones, cada una mas tenebrosa que la anterior. Tenía un olor muy característico y que no se cómo describir, solo lo volví a percibir varios años después cuando hice mi servicio social en el museo regional, que estaba albergado en una casa también centenaria.

Sin embargo, lo que mas me llegó a gustar de esa casa fue que tenía un baño muy amplio (y tenebroso de noche), lo que lo hacía interesante, era que tenía UNA TINA. Yo las tinas, solo las había visto en la tele, y por supuesto que me quise bañar en ella desde el primer día, pero mi mamá no me dejó. Para empezar porque la casa no era de nosotros, segunda, porque a pesar de que a mis ojos infantiles la suciedad y el sarro eran invisibles, para mi mamá no, y yo creo que no tenía ganas de andarme curando el pie de atleta y los hongos que pudiera haber pescado ahí. Fue un poco cruel porque yo no entendía ninguna explicación que me dieran, yo solo veía una tina, y me quería bañar ahí. Al final a mi mamá le di lástima y finalmente me dio permiso (ha de haber lavado la tina a fondo yo creo).

Por cierto que la casa estaba muy céntrica, en una calle principal de la ciudad, en el centro y todo estaba a la mano, pues justo enfrente había un cine, Cine Variedades (hoy en día una Mega Elektra), y detrás del cine y en callejones aledaños se ponía un mercado de las pulgas donde podías encontrar de todo. Unas dos cuadras mas adelante, estaba 'El Pasito', uno de esos mercados donde vendían importaciones y fayuca nueva(contrabando). En esos tiempos anteriores al Tratado de Libre Comercio, en México era ilegal vender cosas como electrónica, ropa, calzado y hasta dulces de procedencia extranjera, pero el mercado funcionaba sin problemas gracias al soborno colectivo que pagaban los locatarios.

En fin, años, pero muchos años después, me enteré de una cosa curiosa de la casa en que estuvimos, y era que tenía su propio ente sobrenatural residente. Dicen que era un duende, yo la verdad de cosas de esas no se mucho y desconozco la diferencia, pero el caso es que el duende pertenecía a la comunidad LGTB del mas allá, y la razón era que...

Al duende le gustaban los hombres. Si, los hombres. La leyenda que platica mi tío era que ciertas noches el condenado duende se aparecía en determinadas habitaciones de la casa, y si había un hombre durmiendo allí, le decía que, a cambio de que aceptara tener relaciones carnales (sobrenaturales) con él, les iba a decir donde estaba enterrado el tesoro de la casa. Chihuahua es una ciudad bastante antigua, y en las épocas de la revolución (entre 1910-1921) era bastante común que la gente adinerada, empotrara en las paredes cajones con monedas de oro y plata a fin de evitar robos y saqueos por los revolucionarios. El problema era que en ese entonces la vida no valía nada y mucha gente se moría o la mataban y nunca mas se volvía a saber de los tesoros que habían escondido. Como la casa si se podía decir que era lo suficientemente antigua como para haber estado en pie en la época de la revolución, la historia de que había un tesoro era creíble.

Hasta donde sé, nadie le siguió el juego al duende, pues todos los que vivieron ahí siguen igual de jodidos que siempre. Lo que sí, es que el duende aparte de joto (gay) era misógino, pues un día, se quedó a dormir ahí la hermana del Elías. No recuerdo como se llamaba la muchacha, pero tendría unos ventipocos años y se parecía a Ana Torroja la de Mecano. Y resultó que despertó en medio de la noche, tratando de gritar, dando de manotazos y patadas porque algo, le estaba apretando el cuello y no le permitía gritar ni respirar. Ya por fin los de la casa se levantaron y la encontraron ahí toda histérica y sobresaltada. Creo que al día siguiente prefirió dormir en otra habitación de la casa, sin embargo, como no se fue de la casa, creo que ya estaba al tanto de la situación y que no era la primera vez que pasaba.

Puede haber sido cualquiera de estos duendes...

Años después que volvimos de vacaciones a Chihuahua, pasamos por enfrente de donde había estado la casa. Parece que al fallecer el viejecito que era el dueño, los herederos consideraron mas viable demoler la casa, que según no valía nada porque era de adobe. Hoy en día es solo un lote vacío que se utiliza como estacionamiento. Me pregunto si el duende ahora les ofrece el tesoro a los que dejan el carro estacionado ahí jajajaja

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