miércoles, 20 de julio de 2011

Jugando a las escondidas

Hace ya algunos ayeres...entre 18 y 20 años atrás, en mi barrio había muchos niños. Por muchos me refiero a MUCHOS, en serio que muchos, parecía que todas las señoras se habían puesto de acuerdo para parir a todos sus hijos en un promedio máximo de 5 años entre 1977 y 1982. En aquél entonces, el barrio era un lugar muy alegre con tantos niños que jugaban en la calle después de comer y hacer la tarea. Eran otros tiempos en que era  relativamente seguro que los niños estuvieran afuera jugando en la calle, no había que preocuparse (demasiado) por secuestradores, roba-chicos, vendedores de droga y cosas de esas, a lo mucho alguno que otro pandillero, pero esos se juntaban en lugares específicos y casi siempre ya muy noche, así que nosotros teníamos carta blanca para salir a la calle toda la tarde con las únicas condiciones de no irnos muy lejos y volver a la hora de la cena.

Uno de nuestros juegos favoritos eran 'las escondidas', casi que llegó a ser la tradición, de 7 a 8 de la noche, todos los días, se jugaba a eso. Era muy chido porque conforme fue pasando el tiempo todo mundo se aprendió los escondites mas obvios, así que había que aventurarse a salir mas y mas lejos o a ser mas original en cuanto a donde nos escondíamos. Ya era prácticamente inútil esconderse detrás de las plantas de Doña María, o arriba del árbol de mi vecino Moisés, o detrás de los autos chatarra del Nato, pues cuando nos tocaba a nosotros salir a buscar, era a los primeros lugares donde echábamos el ojo. El único lugar donde no valía esconderse era adentro de una casa, pero de ahí en fuera, nos escondíamos en donde nos diera la gana.

En una de tantas veces que corrí a esconderme, di con un lugar bastante bueno, que si estaba medio lejos (en aquél entonces se me hacía lejísimos) pero donde podía ver sin ser visto, era el porche de casa de Doña Conchis, como casi nunca había nadie en su casa, lo mas probable es que no les fuera a molestar si nos escondíamos ahí.

El lugar era tan bueno que nunca me encontraban a la primera, lo malo es que para poder ver al que nos andaba buscando, tenía que asomarme por encima de una bardita que había. En aquél entonces yo no estaba tan alto, así que siempre que quería asomarme, tenía que subirme encima de la llave del agua que estaba fuera.

Ya anteriormente les conté que yo era mas o menos gordito, y una llave del agua si bien me había aguantado algunas veces, no significaba que fuera indestructible.



Un día, nos vió la Lorena (creo que así se llamaba) la hija de Doña Conchis, y por supuesto, montó en cólera cuando me vio que me andaba subiendo en la llave del agua. Nos corrió de ahí a gritos con la promesa de que si nos volvía a ver subidos en la tubería de la llave nos iba a arrojar agua hirviendo.

Yo tendría unos 9 o 10 años, pero ya sabía que la carne humana y el agua hirviendo no se llevaban bien, así que mi amigo Moisés y yo fuimos y le dijimos a mi mamá que la Lorena nos había dicho que nos iba a echar agua hirviendo si nos veía escondidos en el porche de la casa (nunca le dijimos que era porque nos subíamos en la llave del agua). Mi mamá por supuesto que se enojó, maldijo, lanzó improperios y nos dijo hasta de lo que se iba a morir la Lorena, pero igual, nos dijo que no nos volviéramos a esconder ahí, para que buscarnos mas problemas.

Nosotros claro está, no hicimos caso. Pasaron los días y volvimos a jugar a las escondidas, y se nos hizo fácil volver al porche de Doña Conchis. El único problema, fue que esta vez, la llave ya no aguantó. En una de esas que me subí a ver si ya andaba cerca el que nos andaba buscando, la tubería cedió. Lo peor del caso, es que esa era la llave principal de la casa, no había modo de cortar el agua porque esa era la llave de paso. Ahí como pudimos volvimos a medio encajar la tubería que se había desprendido y pusimos los pies en polvorosa y hasta nos metimos temprano ese día.

Lo malo fue que las niñas odiosas de la casa de al lado, a.k.a las pulgas,  nos habían visto y claro, nos dijeron que nos iban a acusar con la Lorena. Yo nomás de acordarme del agua hirviendo y de que mi mamá me había dicho que no volviera a esconderme ahí, sentía terror, mas que nada porque sabía que a la mejor me iba a escapar del agua hirviendo, pero de la tunda que me iba a dar mi mamá no.

Esa noche ni siquiera dormí agusto, pensando en que al día siguiente iba a estar ahí Doña Conchis o la Lorena para reclamarle a mi mamá que le habíamos roto la llave de la casa y que se estaba haciendo un tiradero de agua. Sin embargo, esa mañana, no fue a reclamar nadie. En la tarde que llegué de la escuela, ya estaba esperando que cuando llegara a casa, mi mamá ya iba a estar con el cinto en la mano, pero tampoco.

Llegó la tarde y salí a jugar no sin la preocupación de que en cualquier momento iba a salir la Lorena con su cubo de agua hirviendo. Le dije al Moisés que se me hacía raro que todavía no hubieran ido a mi casa a reclamar por lo de la llave y me dice:

-Ah no te preocupes, ya me encargué de eso.
-Y cómo le hiciste?
-Te acuerdas que nos vieron las pulgas cuando rompiste la tubería?
-Ajá
-Pues no nos acusaron.
-Y porqué no?
-Porque después de que te fuiste, yo salí y volví a alborotar a los plebes para jugar a las escondidas otra ve y convencí al Ricky (otro niño mas chico de la cuadra) de que se escondiera en casa de Doña Conchis.
-Ajá
-Las pulgas ya se habían metido, y la casa estaba oscura, así que la Lorena todavía no llegaba del trabajo y no se veía el reguero del agua, así que reté al Ricky a que no se animaba a subirse en la llave del agua, el tonto va y se sube y claro que la llave se vuelve a romper, y ya se hizo el escándalo y salieron las pulgas, y te querían echar la culpa a ti, pero les dije que ya habían venido tu papá y tu a soldar otra vez la llave y que el Ricky la había vuelto a romper.
-Y se la creyeron?
-Si porque le dijeron que lo iban a acusar y se puso a llorar y también le dije 'Ricky! vas a tener que pagar quien sabe cuantos millones para que arreglen la llave, y si no pagas, van a matar a toda tu familia!-

Debo admitir que en aquél momento me sentí aliviado de que ya no me iban a echar la culpa a mi, tampoco sentí lástima por el Ricky porque sabía que era absurdo que fuera a costar millones de pesos el reparar una llave y todavía mas absurdo que fueran a matar a su familia por algo tan trivial (en estos tiempos tan violentos en mi natal Sinaloa, no me atrevería a afirmar lo contrario).

Nunca supe en que terminó ese asunto de la llave porque jamás volví a poner un pie en el porche de Doña Conchis, y como tampoco me juntaba con las pulgas, tampoco me enteré del chisme que vino después, eso si, al Ricky no lo vimos salir a la calle en varios días, supongo que lo castigaron, aunque no creo que le haya venido de mas, a pesar de ser tan chico, era TREMENDO, como su papá y su mamá trabajaban, su hermano era un vago consagrado y su hermana iba que volaba para la marcha, no había quien estuviera al pendiente de él y se la pasaba haciendo maldades jejeje

Tu alguna vez dejaste que culparan a alguien de algo que tu hiciste? Yo sí :-P, pero juro que fueron puras cosas pequeñas!

2 comentarios:

M dijo...

Siii y no me arrepiento muajaja

Anónimo dijo...

Creo que todos lo hemos hecho....jajajaj